miércoles, 2 de febrero de 2011

Unidad 5. Las potencias y el orden internacional en el siglo XIX.

IMPERIALISMO Y COLONIALISMO.

1. CONCEPTO.

Desde sus orígenes hacia 1840, el término imperialismo es uno de los más complejos de definir. Primeramente, hay que hacer una distinción entre el sentido político del mismo, que designa cualquier extensión de influencia política, económica y cultural fuera de las fronteras nacionales, y el sentido polémico de sujeción y explotación, desarrollado a partir de la terminología marxista y que, sobre todo desde el año 1955, se confunde frecuentemente con el de colonialismo. En ese sentido, y con el fin de precisar los conceptos, podemos definir el imperialismo como la generalización de las relaciones de dominio, por parte de las grandes potencias, sobre las áreas del planeta menos desarrolladas, mientras el colonialismo supondría la ampliación a nivel mundial de los procesos económicos, sociales, políticos y culturales antes restringidos a Europa y Estados Unidos.

2. TEORÍAS SOBRE EL IMPERIALISMO.

2.1. Justificaciones al Imperialismo.

El imperialismo colonial recurrió desde el principio a justificaciones que aglutinaron a sectores ideológicos tan dispares como el conservadurismo liberal y el socialismo. Los argumentos esgrimidos fueron tan variados como los grupos que los representaban pero todos tenían en común la defensa del fenómeno colonial.
El más frecuente, divulgado por Kipling, justificaba la acción por la supremacía de la civilización occidental y los deberes de ésta para con los pueblos atrasados, enlazando con los ideales ilustrados de solidaridad. Esta concepción encerraba a su vez dos planteamientos: el imperialismo humanitario y el racial. El primero adopta el carácter de un imperialismo filantrópico en las obras e ideas de Rhodes, Livingston o Chamberlain. El imperialismo racial se inspira en el darwinismo extendido a las relaciones entre grupos humanos.
Un segundo argumento justificaba el imperialismo desde premisas nacionalistas: la defensa de los intereses políticos, económicos o estratégicos. Así, Jules Ferry o Ch. Julien lo hacen desde la necesidad de dominar los mercados de la nueva economía, y Bennet desde la posesión de zonas estratégicas para las grandes potencias.
También se levantaron voces justificando la acción imperialista por el carácter regenerador que poseía para las sociedades colonizadoras, tesis que defienden Carlyle en Inglaterra o Reclus en Francia. El imperialismo socialista insiste en el doble beneficio de la expansión para los países colonizados y para las clases obreras europeas: Manifiesto Fabiano de 1900 y teorías de Renner.

2.2. Explicaciones científicas.

Pero, por encima de las justificaciones ideológicas aparecieron inmediatamente teorías preocupadas por analizar científicamente el fenómeno y basadas esencialmente en la determinación de las causas que desarrollan el imperialismo. Fieldhouse distingue dos tipos:

- Periféricas. Según estas tesis el imperialismo respondería a estímulos externos de las propias colonias más que a fenómenos relacionados con la propia metrópoli: sub-imperialismo colonial.
- Eurocéntricas. Son las tesis predominantes; según éstas la expansión imperialista es reflejo de las necesidades y circunstancias de los países europeos. Se dividen en dos grandes grupos: las que admiten una supremacía de los factores económicos y aquellas que priman la acción política sobre la económica.
. La explicación económica presenta a su vez dos líneas interpretativas. La primera, restrictiva y de carácter financiero, relaciona el imperialismo colonial con la necesidad de invertir capitales excedentes y establecer un capitalismo monopolista. Este planteamiento aparece ya en 1898 en la obra del americano Charles Conant, The Economic Basis of Imperialism, y fue recogido en la del inglés Hobson, Imperialism a study, publicada en Londres en 1902. Una segunda línea interpretativa no hace referencia sólo a las necesidades de mercados y materias primas aunque considera fundamentales los factores económicos.
. Una segunda interpretación afirma la importancia de las consideraciones políticas en la expansión a ultramar. Entendidas como una tendencia histórica de masas que obliga a la dominación de otros hombres o colectividades, según Schumpeter; o un ciclo político común a las grandes potencias que pasa por diferentes estadios: poder, gloria, expansionismo territorial y misionerismo religioso, como propone Raymond Aron.
Recientemente se ha vuelto a dar valor a los datos psicológicos y afectivos del imperialismo: orgullo, espíritu combativo y prestigio, con autores como Brunsnchwig en Francia y Robinson en Inglaterra. Los historiadores de las relaciones internacionales, por su parte, se inclinan por considerar tanto las razones económicas como las políticas, realzando estas últimas.
En la actualidad, se reconoce la imposibilidad de explicar el fenómeno desde una sola perspectiva y tienden a considerarse múltiples causas en la génesis del imperialismo colonial, a pesar de lo cual autores como Hobsbawn, La era del Imperio, insisten en una cierta preeminencia economicista.

3. LA EXPANSIÓN COLONIAL.

En el siglo XIX, Europa extiende su acción al mundo entero. No obstante, la expansión europea se había iniciado desde finales de la Edad Media, siendo distintos los tipos de acción, los intereses y los resultados de esta expansión en las distintas fases del fenómeno:

- Hasta fines del siglo XVIII. Se produce un colonialismo incipiente al hilo de los grandes descubrimientos de españoles y portugueses, y en menor medida holandeses, ingleses y franceses. Se fundamenta esencialmente en fenómenos de evangelización y mercantilismo.
- Durante el siglo XIX, hasta 1880. Se asiste a una mayor proyección del fenómeno, favorecida por la Revolución Industrial y sus intereses económicos, y por la posición política de países como el Reino Unido y Francia que se fortalecen como potencias coloniales en detrimento de las viejas potencias.
- Entre 1880 y 1914. Se alcanza la plenitud del imperialismo. A Francia y Gran Bretaña se suman ahora nuevas potencias europeas como Rusia, Alemania e Italia, y extraeuropeas, como Estados Unidos y Japón. La multiplicidad de competidores, la escasez de tierras disponibles, la movilización pasional de la opinión pública y la presión de factores económicos generalizan el fenómeno y provocan una rivalidad cada vez mayor que desemboca en conflictos mundiales.
A partir de este momento las fases se traducen en una desaceleración e inversión –al menos desde el punto de vista político- del proceso.

3.1. CAUSAS DE LA EXPANSIÓN COLONIAL.

Una serie de profundas transformaciones estimularon la expansión europea y las rivalidades entre potencias y han sido utilizadas para explicar el fenómeno:

- Demográficas. Se fundamentan en el crecimiento de la población europea, la emigración y su correlación con el movimiento de capitales. La historiografía actual matiza la importancia de esta causa, pues buena parte de la población desplazada se dirige hacia América y no puede considerarse dentro del hecho colonial.
- Económicas. Muy valoradas por los historiadores marxistas, se centran en dos aspectos destacados: la búsqueda de nuevos mercados y la búsqueda de materias primas.
- Políticas. Son de tipo estratégico o de prestigio: nacional, para alcanzar el status de gran potencia, o personal, como promoción militar o política de los gobernantes del momento.
- Culturales. Son muy variadas y obedecen a la efervescencia ideológica del momento: la exaltación nacionalista, la superioridad de la civilización europea, la propagación de la fe, la evocación gloriosa de pasados coloniales, la mejora de las condiciones de vida de la clase trabajadora y en la proliferación de sociedades coloniales.
- Tecnológicas. Están relacionadas con los avances en el sector del transporte.
- De dinamismo cultural. Una vez constituida una colonia servía como plataforma desde donde iniciar la expansión hacia otras nuevas.

3.2. MODALIDADES DE COLONIZACIÓN.

El establecimiento de una colonia estaba determinado por el desarrollo de una serie de fases, que iban desde la conquista a la explotación, pasando por el modelo de organización establecido en la misma.
La primera fase, de conquista, consiste en la ocupación militar del territorio. La diferencia de potencial bélico entre el ejército invasor y el autóctono –si es que existe- hace que este proceso sea en general muy fácil para la metrópoli, cuando no llega incluso a contar con la colaboración de tropas indígenas.
La segunda fase, de organización, obedece a la necesidad de resolver los problemas que presenta la ocupación, optándose por diversos modelos administrativos atendiendo al territorio o a las necesidades de la metrópoli sobre el mismo. Es clásico oponer el sistema británico del indirect rule al francés de la asimilación y centralización. Pero, aunque en líneas generales sea válido para mostrar los distintos planteamientos existentes entre ambas naciones, no basta para definir el verdadero mosaico de la administración colonial.
La tercera fase, de explotación, resultaba ser la principal preocupación de las potencias. En este sentido se distinguen dos tipos de colonias: explotación, realizada por el gobierno o empresa occidental, de donde se obtienen grandes beneficios, y poblamiento, se establece una gran población blanca que impone su modo de vida a los indígenas.

3.3. EL COLONIALISMO EN EL SIGLO XIX.

El colonialismo europeo de los tres primeros cuartos del siglo XIX refleja una realidad mundial en profunda transformación tras el Congreso de Viena. Ciencia y técnica van a jugar un papel determinante en este proceso. Las exploraciones geográficas renacen a partir del segundo cuarto del siglo, orientadas hacia el Pacífico.
Tras los procesos de emancipación en América latina y la proclamación de la doctrina Monroe, los ojos de las potencias europeas se trasladaron de escenario. Asía despertará primero un interés creciente y África se convertirá poco después en objetivo de viajeros y científicos. Inglaterra se constituye en la potencia hegemónica del mundo y en la dueña de los mercados exteriores que resultan fundamentales para el crecimiento de la industria británica. Mediado el siglo posee escalas en el Mediterráneo (Gibraltar), la Ruta de las Indias (El Cabo) y la Ruta de China (Singapur); establecimientos comerciales en la costa africana: Sierra Leona y Gambia; colonias de plantación en las Antillas, Honduras y Guayana; colonias de poblamiento en Canadá. Australia y Nueva Zelanda; colonias de explotación en la India (administrada hasta 1857 por la Compañía de las Indias Orientales)
A partir de 1873 y coincidiendo con la Gran Depresión motivada por la crisis de superproducción, el orden establecido se resquebraja y nuevas naciones tratan de acabar con la situación de monopolio que goza Gran Bretaña. Francia consiguió establecer un gran imperio colonial como respuesta a la crisis económica provocada por la derrota en la guerra franco- prusiana de 1870 y favorecido por la política expansionista de Jules Ferry, cuyos objetivos fueron controlar el África mediterránea (colonización de Argelia, protectorado de Túnez y ejecución del Canal de Suez), establecer contacto con China (a través de la formación de la Unión Indochina) y ocupar Madagascar. Alemania, Rusia y Japón siguieron procesos parecidos, la primera en África y las otras dos en Asía. A pesar de ello, Inglaterra continuó con su política imperialista, especialmente tras la crisis de 1882, favorecida por Disraeli, Salisbury y Chamberlain. En todos los casos, los escenarios fueron siempre dos: Asia y África.

3.3.1 La expansión en Asia.

Se desarrolla paralelamente al reparto de África. Con la ejecución del Canal de Suez las rutas septentrionales del Índico adquirieron una importancia decisiva. Además, la apertura de los mercados chinos y el deseo de proteger territorios ya adquiridos estimularon las intervenciones de las potencias.

3.3.2. El reparto de África.

África era a principios del siglo XIX un continente desconocido. Aunque sus costas habían sido exploradas desde la época de los Grandes Descubrimientos, su interior no. Este comenzó a ser conocido a través de esporádicas expediciones científicas y coloniales. Desde este momento, Inglaterra tuvo la idea de formar un imperio que se extendiera de norte a sur, de Egipto a Sudáfrica. Y Francia pretendía extender sus dominios de oeste a este, desde el Sáhara a Eritrea. Estos deseos y lo inexplorado del territorio se convirtieron en una rápida carrera entre los países europeos por incorporar nuevas colonias, provocando no pocas tensiones entre ellos que trataron de resolverse en la Conferencia de Berlín, de 1885.

3.3.3. Las nuevas potencias imperialistas.

En la expansión imperialista participaron también dos estados extraeuropeos: Estados Unidos y Japón. Ambos transformaron profundamente su economía a lo largo del XIX y aunque su posición de primeras potencias sólo quedó consolidada en el siglo XX, defendieron la ampliación territorial de su influencia económica y política.

3.3.4. El colonialismo español.

El fenómeno imperialista español se vincula a la política de prestigio llevada a cabo la Unión Liberal, favorecida por una cierta consolidación del Estado y una economía robustecida gracias al aporte de las inversiones extranjeras. Pérez Galdós la justifica como un “medio de integración nacional, que disciplinaría las almas y las haría más dóciles a la acción política”.
Las intervenciones militares de la Unión Liberal pueden clasificarse en tres grupos: aquellas que se hicieron en colaboración con Francia y Gran Bretaña (Annam y México); la que se llevó a cabo para reafirmar la vocación africanista de España (Marruecos); y, finalmente, las que parecían dar fundamento a un concepto de hispanidad todavía borroso (Santo Domingo y Guerra del Pacífico). El resultado de la mayor parte de ellas fue decepcionante y, en ningún caso respondió a un interés colonizador en sentido estricto. Por el contrario, se agravaron los problemas en las escasas colonias que persistían bajo dominio español: Filipinas, Puerto Rico y Cuba, que sucumbirían a la voracidad de la nueva potencia expansionista americana, los Estados Unidos, en 1898.

4. LOS CONFLICTOS INTERNACIONALES ANTES DE 1914.

Esta pregunta debe ser entendida desde el concepto historiográfico de las Relaciones Internacionales, expresado por Renouvin en la década de los 50 como un estudio de las circunstancias políticas (conflictos) y de las “fuerzas profundas” que las condicionan: intereses económicos, financieros, geográficos, militares, etc. Carmen Cortés señala cuatro grandes etapas dentro de las Relaciones Internacionales del mundo contemporáneo anterior a la Primera Guerra Mundial:

1. La Europa de la Restauración (1815-1830). Iniciada con el Congreso de Viena, tas la derrota napoleónica. Se extiende hasta la caída de los borbones en Francia.
2. La descomposición del espíritu de Viena (1831-1870). Los episodios claves de este deterioro fueron la Guerra de Crimea (1854-56) que enfrenta a las potencias por primera vez desde 1815, y los procesos de unificación (Alemania e Italia) que alteran el mapa salido de Viena.
3. La época de Birmarck (1871-1890). El canciller alemán adquiere el protagonismo internacional (tras el Tratado de Francfort de 1871, que regulaba la paz de la guerra franco-prusiana) con un sistema de relaciones con el que se pretendía: el aislamiento de Francia, la supremacía de Berlín y un tejido de alianzas que ligaban a las naciones europeas con Alemania.
4. La Paz Armada (1891-1914). Denominado también Weltpolitik (política mundial), caracterizado por la descomposición de los sistemas bismarckianos y el deterioro de las relaciones internacionales en relación con problemas derivados de la expansión colonial.
Las dos últimas son de importancia fundamental para entender el desencadenamiento de la Primera Guerra Mundial.

4.1. LA EUROPA DE BISMARCK (1871-90).

Las cláusulas del Tratado de Francfort de 10 de marzo de 1871, que ponían fin a la guerra franco-prusiana, resultaban de una gran dureza para el vencido. Se imponían a Francia fuertes indemnizaciones de guerra y los territorios de Alsacia y Lorena se incorporaban al recién unificado Imperio Alemán. Pero estas cláusulas significaban esencialmente que el centro de poder continental había pasado de Francia a Alemania, gracias a la pujanza demográfica, el desarrollo económico, el aumento de la producción industrial y la renovación militar llevada a cabo por el canciller Bismarck para el II Reich.

4.1.1. Los Sistema Birmarckianos.

Mantener la preponderancia y la cohesión del Reich y aislar a Francia serán los objetivos principales del canciller y de su complicado conjunto de alianzas y tratados conocidos históricamente como sistemas:

- El Primer Sistema. Realizado para neutralizar un posible acuerdo francés con Austria-Hungría o Rusia. En 1872 se firma la Entente de los Tres Emperadores (Guillermo I, Francisco José de Austria y el zar Alejandro II), en nombre del principio monárquico, reafirmada un año más tarde con la firma del tratado militar ruso-alemán.
Este primer sistema fracasó por:
. La “alerta de 1875”. Aumento de los mandos militares franceses tras la caída de Thiers. Apoyo de Inglaterra y Rusia.
. La “guerra ruso-turca” en los Balcanes: firma del Tratado de San Estéfano (1878). Creación de la Gran Bulgaria, con influencia rusa. Alarma inglesa. Revisión del tratado (Congreso de Berlín, 1878): disolución de la Gran Bulgaria y Austria-Hungría obtiene la administración de Bosnia-Herzegovina. El apoyo de Alemania a Austria en esta última causa supuso el fin de la Entente.

- El Segundo Sistema. Nuevo intento de mantener el “statu quo” europeo. Varias alianzas: en 1879 se firma la Dúplice Alianza, de carácter secreto con Austria. En 1881, el Tratado de los Emperadores, que garantiza la neutralidad rusa en caso de guerra franco-alemana y de Alemania en caso de guerra anglo-rusa. En 1882 , la Triple Alianza firmada por Alemania, Austria-Hungría e Italia.
. En 1885 se produce una nueva crisis balcánica: Bulgaria desea desvincularse de la tutela rusa. Tensiones autro-rusas. Firma del Tratado ultrasecreto de contraseguridad, entre Alemania y Rusia, a espaldas de Austria.

- El Tercer Sistema. En 1887 se produce la renovación de la Triple Alianza (para fortalecer el poder alemán y desagraviar a Austria) y firma de los Acuerdos del Mediterráneo (con Italia, Austria, Gran Bretaña y España, para mantener el “statu quo” mediterráneo): apoyo a Italia en sus pretensiones en el norte de África. Intento de sacar a Inglaterra de su aislamiento.
. Firma del Tratado de Reaseguro entre Alemania y Rusia.

4.2. LA PAZ ARMADA (1890-1914).

4.2.1. La relaciones Internacionales entre 1890 y 1905.

Están presididas por estos nuevos condicionamientos: la superación de la crisis económica de 1873, el aumento demográfico experimentado a partir de 1880, el recrudecimiento de los nacionalismos y la liquidación de la política de Bismarck tras la subida al trono de Guillermo II. Frente a la política de equilibrio anterior, el nuevo Káiser propugna otra de expansión imperialista.
Las grandes potencias toman posiciones ante la nueva situación:
. Alemania. Inicia un fuerte expansionismo colonial amparado en una potente marina de guerra y en la construcción de ferrocarriles como el Bagdadbahn y el Kiao Chan (China).
. Francia. Vive una etapa moderada durante la Tercera República, caracterizada por los escándalos de los sobornos en la compañía del Canal de Panamá y del Caso Dreyfus. En 1892 se firma la alianza franco-rusa que acaba con el aislacionismo bismarckiano y permite el relanzamiento de la política colonial hacia África occidental, el Sáhara y Madagascar.
. Rusia. Inicia su expansión asiática con la revisión del tratado de Shimonoseki (guerra chino-japonesa), que derivará en la obtención de Port Arthur en el Mar de China y de concesiones en Manchuria. El afianzamiento de la presencia rusa en Extremo Oriente terminaría chocando con los intereses de Japón en la guerra ruso-japonesa de graves consecuencias para el imperio zarista, que volvería sus intereses hacia los Balcanes.
. Gran Bretaña. Recelosa de la competencia marítima de Alemania, promueve alianzas con sus tradicionales enemigos: Francia (Entente Cordiale, 1904) y Rusia (Triple Entente, 1907).

4.2.2. Las crisis de preguerra (1905-14).

Desde 1900 la expansión de las potencias es motivo de numerosos conflictos:
- En Persia. Construcción del ferrocarril hacia la India. Rivalidad anglo-rusa.
- En Asia Menor. Turquía concede una red ferroviaria a Alemania. Rivalidad económica con Francia. Rusia e Inglaterra lo consideran una amenaza militar.
- En Etiopía. Concesión a Francia del ferrocarril entre Djibuti y Addis-Abbeba. Enfrentamiento de intereses con Inglaterra e Italia. Los tres estados se reparten Etiopía en zonas de influencia económica.
Tras estos primeros focos de tensión, resueltos por la vía diplomática, Alemania va a poner a prueba a la Entente forzando situaciones críticas que fortalecerán las alianzas establecidas y conducirán inevitablemente a la Guerra. Duroselle y Milza hablan de 5 grandes crisis internacionales:

1. Primera Crisis Marroquí.
Guillermo II declara en Tánger (1905) su apoyo a la independencia marroquí, frente al propósito francés de establecer un protectorado apoyado por Inglaterra (que había conseguido vía libre en Egipto) y por España (con concesiones en el norte de Marruecos).
Propósito: socavar la Entente, obtener ventajas territoriales y frenar la expansión francesa.
Resultado: Conferencia de Algeciras (1906). Se acuerda mantener la independencia marroquí, pero también la preeminencia francesa en la zona. Se contempla por primera vez la posibilidad de una guerra abierta, por la agresiva política exterior alemana. La Entente Cordiale sale fortalecida, lo que se confirma un año más tarde con la entrada de Rusia (Triple Entente).

2. Crisis de Bosnia.
En octubre de 1908 los austriacos ocupan Bornia-Herzegovina, hasta entonces administrada por Turquía, como respuesta al giro pro-ruso de los serbios (asesinato del rey Alejandro Obrenovich y sustitución por Pedro Karageorgevich) y favorecidos por el ascenso al poder de los Jóvenes Turcos.
Resultado: Se llega al borde de la guerra, pero Rusia no puede intervenir por la debilidad de su ejército y Francia no la apoya debido a sus intereses económicos en el territorio. Se queda a la expectativa de desquite, con lo que se refuerza la posición de la Triple Entente.

3. Segunda Crisis Marroquí.
Francia interviene en Marruecos, a petición del sultán, para solucionar desórdenes internos. Alemania le acusa de quebrantar el Acta de Algeciras y de no respetar el principio de puertas abiertas para las actividades económicas. En envío de un buque de guerra al puerto de Agadir va acompañado de exigencias territoriales.
Resultado: Inglaterra apoya la posición de Francia, pero ésta se ve obligada a ceder una parte del Congo francés a cambio del reconocimiento del protectorado de Marruecos.

4. Crisis de los Balcanes.
Tras el triunfo de Italia sobre Turquía en Libia y el traslado de la guerra a las islas del Egeo, parece llegado el hundimiento del Imperio Turco. Fases:
- Primera Guerra Balcánica, 1912. Una liga balcánica (Serbia, Montenegro, Grecia y Bulgaria), apoyada por Rusia, derrota al ejército turco. Firma de los tratados de Lausana/Londres: cesión de Libia y el Dodecaneso a Italia, Independencia de Albania y reducción de la Turquía europea a Constantinopla y los estrechos.
- Segunda Guerra Balcánica, 1913. El desacuerdo en el reparto de territorios provoca la guerra entre los vencedores: Grecia y Serbia (Apoyados por Rumanía y Turquía) frente a Bulgaria. Tratado de Bucarest: Bulgaria cede Macedonia a serbios y griegos, parte de Dobrudja a los rumanos y Adrianópolis a los turcos.

5. Crisis de 1914.
Asesinato en Sarajevo (29 de junio) del archiduque Francisco Fernando, heredero al trono austriaco. Detonante de la Primera Guerra Mundial.


5. CONCLUSIÓN.

La principal consecuencia que trajo la creación de los imperios coloniales fue el enriquecimiento de las metrópolis, consolidando de paso el despegue industrial y transformando el mundo en un mercado y una despensa para el continente europeo. La economía de las colonias se organizó sin tener en cuenta las necesidades de la población indígena. . Es cierto que mejoraron los transportes y se construyeron puertos, carreteras y ferrocarriles, pero sólo con vistas a la obtención de mayores beneficios económicos de la explotación colonial. Se introdujeron las costumbres y formas de vida europeas, mientras que las culturas indígenas fueron, muchas veces, despreciadas o suprimidas.
Hubo aspectos positivos en el colonialismo. Por ejemplo, la introducción de la medicina moderna, que consiguió erradicar enfermedades como el paludismo; la supresión de la esclavitud y la realización de obras de ingeniería tan importantes como los canales de Suez y Panamá. Sin embargo, predominan mayoritariamente los negativos, como la segregación racial, los trabajos forzados, la creación de reservas para confinar a los nativos o incluso el exterminio masivo de indígenas.
Y, aunque Europa recibió grandes beneficios económicos, los enfrentamientos surgidos por el reparto colonial fomentaron la tensión política entre las naciones. Una tensión que, como hemos visto, acabaría desembocando a corto plazo en la Primera Guerra Mundial.

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