Resulta aventurado afirmar que la Primera Guerra Mundial fue una muestra más de las crisis generalizadas –de pensamiento, ciencia, artes...- que sacudieron los primeros años del siglo XX, por más que muestre una tremenda dosis de irracionalidad. También, que se tratase del último estadio de la decimonónica concepción política del “balance de poderes”. Forme o no parte de ambos, lo cierto es que rompió el equilibrio mundial anterior y quebró la confianza en los valores liberales. A partir de entonces todo iba a ser distinto: quedaba en entredicho la idea de progreso y la convicción de que el hombre sería capaz de superar viejas actitudes.
Con ello, las críticas y las dudas se instalaron en gran parte del mundo occidental, proliferando los movimientos totalitarios de signo contrario en Rusia (1917), Italia (1922)..., que dieron inicio a una oleada dictatorial que afectó a buena parte de Europa. Además, la grave crisis económica iniciada en Estados Unidos en 1929 acentuó la sensación de que el modelo liberal había fracasado y agravó las tensiones. La llegada de Hitler al poder en 1933 desencadenó la amenaza de una gran revancha alemana que Gran Bretaña y Francia trataron de evitar inútilmente.
Estallido.
La Primera Guerra Mundial conmovió de tal manera a sus contemporáneos que la bautizaron como la Gran Guerra. En primer lugar, sorprendió su extensión y duración, pues implicó a todos los continentes y se prolongó por espacio de cinco años. En segundo lugar, el material bélico constituyó una auténtica novedad: carros de combate, uso de la aviación... Sin embargo, lo que más impactó fue su carácter de guerra total que, por primera vez, implicó a la población civil y movilizó la economía mundial (los hechos llegaron más allá que las decisiones conscientes, W. Churchill).
El incidente que provocó su estallido fue el asesinato, el 28 de junio de 1914, en Sarajevo, del archiduque Francisco Fernando, heredero de la corona austriaca, y el efecto dominó que produjo: Austria intenta aprovechar el atentado para desmantelar el nacionalismo serbio y evitar el riesgo de desintegración (28 de julio, declaración de guerra contra Serbia); Rusia reacciona a favor de Serbia por lo que considera un ataque a los eslavos, declarando la guerra a Austria; Alemania exige al Zar la anulación de las movilizaciones y a Francia neutralidad; la negativa franco-rusa decide a Alemania entrar en el conflicto invadiendo Bélgica; la violación de la neutralidad belga compromete a Gran Bretaña a participar en la guerra. El incidente de Sarajevo se había convertido en un conflicto entre las principales potencias imperialistas, que adquiría así unas dimensiones mundiales.
Causas.
Oficialmente, el Tratado de Versalles estableció el origen del conflicto en la voluntad de guerra de Alemania con el objetivo de imponer su hegemonía en Europa. La realidad, sin embargo, es menos simplista, pudiendo hablarse de múltiples factores:
1ª. La que establece la culpabilidad alemana. Se gesta desde el desarrollo mismo de la guerra: Wilson justifica la entrada de Estados Unidos en el conflicto por el militarismo prusiano y se concreta, como vemos, en Versalles. Con posterioridad dos posturas historiográficas opuestas han avalado esta tesis. La francesa argumenta la culpabilidad germana sin reservas en el interés por anular a Francia y en su agresividad imperialista. Desde Alemania, la versión oficialista habla de “guerra defensiva” frente al cerco europeo. 2ª. La economicista, defendida principalmente por la historiografía marxista. Presenta como causa principal de la guerra la eliminación de competidores en el contexto del capitalismo monopolista y el imperialismo expansionista.
3ª. Finalmente, otros autores como proponen una pluralidad de causas. Trata de desmontar la importancia de los factores económicos insistiendo en que la competencia económica y colonial había sido regulada diplomáticamente, que los hombres de negocios abogaban por la paz como garantía de prosperidad y que la entrada de los Estados Unidos se debió a la necesidad de conservar la libertad de los mares y no a la presión de los grupos financieros. Entre esa multiplicidad de causas se proponen: la rivalidad económica y naval entre Alemania y el Reino Unido, la situación política de los Balcanes, la agresividad del militarismo prusiano, la exacerbación de los nacionalismos en la opinión pública o la utilización de la guerra como forma de desviar la atención sobre problemas internos.
Sea como fuere, la cierto es que la guerra fue recibida con muestras de euforia inusitada y una oleada de patriotismo invadió Europa por encima de consideraciones de clase. La prensa, la opinión pública y los parlamentos refrendaron la intervención en un conflicto que se presumía corto. El rigor y la duración de la contienda se encargarían de apaciguar dicha euforia.
Desarrollo.
Los contendientes que se enfrentaron inicialmente en la guerra estaban ya agrupados en alianzas anteriores. La Triple Alianza se quedó en Dúplice (Alemania y Austria-Hungría) cuando Italia no sólo no entró en la guerra sino que, cuando lo hizo (Tratado de Londres, mayo de 1915), fue en el bando de las potencias de la Entente (Rusia, Francia e Inglaterra). Toda Europa se involucró directa o indirectamente, salvo España, Suiza, Holanda y los países escandinavos. Turquía y Bulgaria se alinearon con los imperios centrales, mientras Grecia y Rumanía se integraron en la Entente a partir de 1916. Con la incorporación de los territorios coloniales, de Estados Unidos y de Japón, la guerra adquirió un ámbito mundial.
- Primera fase: La guerra de movimientos.
En un primer momento se emplearon los viejos principios militares de Clausewitz sobre guerra de movimientos: ofensiva, con muchos efectivos, en búsqueda de una victoria rápida. Los alemanes siguieron el plan Schlieffen: se trataba de una guerra relámpago en el oeste, para desarbolar el frente francés, y luego concentrarse en el frente oriental contra el ejército ruso, que se consideraba más temible.
Estas previsiones fallaron por la rápida incorporación de Gran Bretaña a la guerra y, sobre todo, por la capacidad de resistencia francesa, puesta de manifiesto en la batalla del Marne (septiembre de 1914), dirigida por el mariscal Joffre, quien evitó la caída de París en manos alemanas.
Aunque en el frente oriental Alemania cosechó importantes éxitos sobre Rusia (batallas de Tannenberg y Lemberg), la guerra de movimientos había fracasado, pues Alemania debía atender a dos frente al tiempo.
- Segunda fase: La guerra de desgaste.
Comenzaba entonces una segunda fase, entre 1915 y 16, caracterizada por la estabilización de los frentes y el desarrollo de tácticas de defensa mediante trincheras. Los defensores tenían ventaja y lograron repeler a los agresores, aun a costa de numerosas pérdidas. En Verdún (1916) los franceses detuvieron a los alemanes; en el Somme, los alemanes a los franco-británicos; en Gallipoli, los turcos a los aliados.
En 1915, el hundimiento del mercante inglés Lusitania inauguraba también la contienda naval, que tuvo su episodio más destacado en la batalla de Jutlandia (mayo de 1916) y continuidad en la guerra submarina. El hecho de que viajasen en aquél ciudadanos estadounidenses supuso la creación de un estado de opinión a favor de la participación norteamericana en la guerra.
- Tercera fase: 1917, el año crítico, y el fin de la guerra.
Desde finales de 1916, la guerra había mostrado ya claros síntomas de agotamiento: desmoralización, limitaciones económicas, etc. Sin embargo, el panorama cambió radicalmente al año siguiente debido a la confluencia de dos circunstancias: el cierre del frente oriental como consecuencia de la revolución rusa y la firma del armisticio de diciembre de 1917, ratificado en marzo de 1918 en la Paz de Brest-Litovsk (Alemania se anexionaba Lituania, Curlandia y la Polonia rusa), y la incorporación de los Estados Unidos al campo de batalla, por la existencia de fuertes intereses económicos con las potencias aliadas y la voluntad política del presidente Wilson.
La ausencia de un frente oriental permitió a los alemanes volcarse en la ruptura del frente francés. La segunda batalla del Marne comenzó el 15 de julio de 1918; pero tras el avance alemán, las tropas de Ludendorff fueron rechazadas el día 8 de agosto. Bulgaria, Turquía y Austria capitularon sucesivamente entre los meses septiembre y noviembre. El 11 de noviembre Alemania, presidida por el socialdemócrata F. Elbert, tras la abdicación del káiser Guillermo II, firmaba el armisticio en Rethondes, entre el descontento, la desmoralización y el peligro de revolución social.
Organización de la paz.
Tras la firma del armisticio, se inauguró en París la conferencia que habría de regular las condiciones de la paz, en enero de 1919. Los principios que inspiraron la conferencia fueron los 14 puntos que el presidente estadounidense Wilson había proclamado un año antes (enero de 1918): destrucción de los imperios, consolidación del sistema democrático y reconocimiento de las nacionalidades.
Se reunieron en París treinta y dos estados, aunque sólo los vencedores: Estados Unidos, Francia, Reino Unido e Italia tomaron las decisiones, que se organizaron en distintos tratados para cada una de las potencias derrotadas:
- El de Versalles (18 de junio de 1919), firmado con Alemania, se elaboró partiendo de la responsabilidad germana en el conflicto. El imperio alemán quedó amputado (Alsacia y Lorena a Francia; Eupen y Malmédy a Bélgica; Schlewig a Dinamarca, Poznania y Dantzig a Polonia y Memel a Lituania) y sus colonias fueron repartidas entre los vencedores. Se le impusieron fuertes indemnizaciones de guerra, se suprimió el servicio militar obligatorio y su ejército fue reducido a 100.000 hombres. Se prohibió de manera explícita su unión con Austria y los aliados pasaron a ocupar la orilla izquierda del Rin mientras Renania fue desmilitarizada. El Sarre quedó separado de Alemania durante quince años, cediéndose a Francia la explotación hullera.
- Por el tratado de Saint Germaín (septiembre de 1919), Austria quedó reducida a un pequeño núcleo central de población alemana en torno a Viena y se convertía en una república.
- Por el de Neuilly (noviembre de 1919), Bulgaria cedía territorios a Yugoslavia y la Tracia occidental a Grecia.
- Por el de Trianon (junio de 1920), Hungría se constituía como república independiente, sin salida al mar, y parte de sus antiguos territorios eran cedidos a Rumanía (Transilvania), Yugoslavia (Eslovenia y Croacia) y Checoslovaquia (Rutenia).
- Finalmente, por el de Sevres (agosto de 1920), el Imperio Turco desaparecía en favor de árabes (países convertidos en mandatos de la SDN) y griegos. Cedía a Grecia Tracia Oriental y las islas del Egeo, a excepción del Dodecaneso (a Italia); a Francia, Siria; a Gran Bretaña, Irak, Palestina, Chipre y Egipto.
Consecuencias de la guerra.
Las consecuencias de la guerra fueron de una enorme importancia para entender el futuro desarrollo de Europa. La quiebra demográfica y económica originada culminó en la crisis de 1929 y la humillación de los países vencidos favoreció el surgimiento de los fascismos. Como resultado de esta situación, al cabo de 20 años estalló la Segunda Guerra Mundial. Podemos analizarlas desde tres supuestos:
a) Demográficos. Las pérdidas de vidas humanas estarían próximas a los diez millones de muertos, y seis millones de inválidos, mutilados y heridos. A estas pérdidas habría que añadir la sobremortalidad causada por la falta de alimento y las pésimas condiciones higiénicas. La guerra produjo unos efectos notorios sobre la futura pirámide de población europea. La elevada mortalidad de los hombres movilizados y en consecuencia la disminución de natalidad dieron lugar a las llamadas generaciones vacías.
b) Político-territoriales. La Paz de París tuvo como consecuencia una profunda remodelación del territorio europeo. Quizá el fenómeno más importante de esta modificación fue la desintegración de los grandes imperios que habían dominado la Europa central durante todo el siglo XIX y la aparición de nuevos estados. En este sentido se afirma que el principio de las nacionalidades fue uno de los grandes vencedores de la Primera Guerra Mundial. En lo político, las dinastías más tradicionales fueron destronadas y la democracia fue ganando terreno sobre las ruinas de regímenes autoritarios: en Alemania y Austria se proclamaron sendas repúblicas (Weimar, en el caso alemán) y sus parlamentos promulgaron constituciones democráticas, que en plena crisis del sistema liberal no tardarían en dejar paso a los fascismos.
c) Económico-sociales. La guerra significó la pérdida definitiva de la hegemonía europea en el terreno económico, en contrapartida los Estados Unidos fueron los grandes beneficiados del conflicto suplantando a Gran Bretaña en su papel de redistribuidor del comercio mundial. En un segundo plano, Japón incrementó notoriamente su producción, gracias al pedido de sus aliados europeos.
Desde un punto de vista social, aumentaron las diferencias de clases entre quienes se habían favorecido de la guerra (banqueros, industriales, comerciantes...) y los asalariados empobrecidos, lo que derivo en conflictos y movimientos obreros de protesta. También, la guerra ofreció a las mujeres un nuevo lugar dentro de la sociedad, incorporándose a la vida laboral y reivindicando su emancipación.
Con ello, las críticas y las dudas se instalaron en gran parte del mundo occidental, proliferando los movimientos totalitarios de signo contrario en Rusia (1917), Italia (1922)..., que dieron inicio a una oleada dictatorial que afectó a buena parte de Europa. Además, la grave crisis económica iniciada en Estados Unidos en 1929 acentuó la sensación de que el modelo liberal había fracasado y agravó las tensiones. La llegada de Hitler al poder en 1933 desencadenó la amenaza de una gran revancha alemana que Gran Bretaña y Francia trataron de evitar inútilmente.
Estallido.
La Primera Guerra Mundial conmovió de tal manera a sus contemporáneos que la bautizaron como la Gran Guerra. En primer lugar, sorprendió su extensión y duración, pues implicó a todos los continentes y se prolongó por espacio de cinco años. En segundo lugar, el material bélico constituyó una auténtica novedad: carros de combate, uso de la aviación... Sin embargo, lo que más impactó fue su carácter de guerra total que, por primera vez, implicó a la población civil y movilizó la economía mundial (los hechos llegaron más allá que las decisiones conscientes, W. Churchill).
El incidente que provocó su estallido fue el asesinato, el 28 de junio de 1914, en Sarajevo, del archiduque Francisco Fernando, heredero de la corona austriaca, y el efecto dominó que produjo: Austria intenta aprovechar el atentado para desmantelar el nacionalismo serbio y evitar el riesgo de desintegración (28 de julio, declaración de guerra contra Serbia); Rusia reacciona a favor de Serbia por lo que considera un ataque a los eslavos, declarando la guerra a Austria; Alemania exige al Zar la anulación de las movilizaciones y a Francia neutralidad; la negativa franco-rusa decide a Alemania entrar en el conflicto invadiendo Bélgica; la violación de la neutralidad belga compromete a Gran Bretaña a participar en la guerra. El incidente de Sarajevo se había convertido en un conflicto entre las principales potencias imperialistas, que adquiría así unas dimensiones mundiales.
Causas.
Oficialmente, el Tratado de Versalles estableció el origen del conflicto en la voluntad de guerra de Alemania con el objetivo de imponer su hegemonía en Europa. La realidad, sin embargo, es menos simplista, pudiendo hablarse de múltiples factores:
1ª. La que establece la culpabilidad alemana. Se gesta desde el desarrollo mismo de la guerra: Wilson justifica la entrada de Estados Unidos en el conflicto por el militarismo prusiano y se concreta, como vemos, en Versalles. Con posterioridad dos posturas historiográficas opuestas han avalado esta tesis. La francesa argumenta la culpabilidad germana sin reservas en el interés por anular a Francia y en su agresividad imperialista. Desde Alemania, la versión oficialista habla de “guerra defensiva” frente al cerco europeo. 2ª. La economicista, defendida principalmente por la historiografía marxista. Presenta como causa principal de la guerra la eliminación de competidores en el contexto del capitalismo monopolista y el imperialismo expansionista.
3ª. Finalmente, otros autores como proponen una pluralidad de causas. Trata de desmontar la importancia de los factores económicos insistiendo en que la competencia económica y colonial había sido regulada diplomáticamente, que los hombres de negocios abogaban por la paz como garantía de prosperidad y que la entrada de los Estados Unidos se debió a la necesidad de conservar la libertad de los mares y no a la presión de los grupos financieros. Entre esa multiplicidad de causas se proponen: la rivalidad económica y naval entre Alemania y el Reino Unido, la situación política de los Balcanes, la agresividad del militarismo prusiano, la exacerbación de los nacionalismos en la opinión pública o la utilización de la guerra como forma de desviar la atención sobre problemas internos.
Sea como fuere, la cierto es que la guerra fue recibida con muestras de euforia inusitada y una oleada de patriotismo invadió Europa por encima de consideraciones de clase. La prensa, la opinión pública y los parlamentos refrendaron la intervención en un conflicto que se presumía corto. El rigor y la duración de la contienda se encargarían de apaciguar dicha euforia.
Desarrollo.
Los contendientes que se enfrentaron inicialmente en la guerra estaban ya agrupados en alianzas anteriores. La Triple Alianza se quedó en Dúplice (Alemania y Austria-Hungría) cuando Italia no sólo no entró en la guerra sino que, cuando lo hizo (Tratado de Londres, mayo de 1915), fue en el bando de las potencias de la Entente (Rusia, Francia e Inglaterra). Toda Europa se involucró directa o indirectamente, salvo España, Suiza, Holanda y los países escandinavos. Turquía y Bulgaria se alinearon con los imperios centrales, mientras Grecia y Rumanía se integraron en la Entente a partir de 1916. Con la incorporación de los territorios coloniales, de Estados Unidos y de Japón, la guerra adquirió un ámbito mundial.
- Primera fase: La guerra de movimientos.
En un primer momento se emplearon los viejos principios militares de Clausewitz sobre guerra de movimientos: ofensiva, con muchos efectivos, en búsqueda de una victoria rápida. Los alemanes siguieron el plan Schlieffen: se trataba de una guerra relámpago en el oeste, para desarbolar el frente francés, y luego concentrarse en el frente oriental contra el ejército ruso, que se consideraba más temible.
Estas previsiones fallaron por la rápida incorporación de Gran Bretaña a la guerra y, sobre todo, por la capacidad de resistencia francesa, puesta de manifiesto en la batalla del Marne (septiembre de 1914), dirigida por el mariscal Joffre, quien evitó la caída de París en manos alemanas.
Aunque en el frente oriental Alemania cosechó importantes éxitos sobre Rusia (batallas de Tannenberg y Lemberg), la guerra de movimientos había fracasado, pues Alemania debía atender a dos frente al tiempo.
- Segunda fase: La guerra de desgaste.
Comenzaba entonces una segunda fase, entre 1915 y 16, caracterizada por la estabilización de los frentes y el desarrollo de tácticas de defensa mediante trincheras. Los defensores tenían ventaja y lograron repeler a los agresores, aun a costa de numerosas pérdidas. En Verdún (1916) los franceses detuvieron a los alemanes; en el Somme, los alemanes a los franco-británicos; en Gallipoli, los turcos a los aliados.
En 1915, el hundimiento del mercante inglés Lusitania inauguraba también la contienda naval, que tuvo su episodio más destacado en la batalla de Jutlandia (mayo de 1916) y continuidad en la guerra submarina. El hecho de que viajasen en aquél ciudadanos estadounidenses supuso la creación de un estado de opinión a favor de la participación norteamericana en la guerra.
- Tercera fase: 1917, el año crítico, y el fin de la guerra.
Desde finales de 1916, la guerra había mostrado ya claros síntomas de agotamiento: desmoralización, limitaciones económicas, etc. Sin embargo, el panorama cambió radicalmente al año siguiente debido a la confluencia de dos circunstancias: el cierre del frente oriental como consecuencia de la revolución rusa y la firma del armisticio de diciembre de 1917, ratificado en marzo de 1918 en la Paz de Brest-Litovsk (Alemania se anexionaba Lituania, Curlandia y la Polonia rusa), y la incorporación de los Estados Unidos al campo de batalla, por la existencia de fuertes intereses económicos con las potencias aliadas y la voluntad política del presidente Wilson.
La ausencia de un frente oriental permitió a los alemanes volcarse en la ruptura del frente francés. La segunda batalla del Marne comenzó el 15 de julio de 1918; pero tras el avance alemán, las tropas de Ludendorff fueron rechazadas el día 8 de agosto. Bulgaria, Turquía y Austria capitularon sucesivamente entre los meses septiembre y noviembre. El 11 de noviembre Alemania, presidida por el socialdemócrata F. Elbert, tras la abdicación del káiser Guillermo II, firmaba el armisticio en Rethondes, entre el descontento, la desmoralización y el peligro de revolución social.
Organización de la paz.
Tras la firma del armisticio, se inauguró en París la conferencia que habría de regular las condiciones de la paz, en enero de 1919. Los principios que inspiraron la conferencia fueron los 14 puntos que el presidente estadounidense Wilson había proclamado un año antes (enero de 1918): destrucción de los imperios, consolidación del sistema democrático y reconocimiento de las nacionalidades.
Se reunieron en París treinta y dos estados, aunque sólo los vencedores: Estados Unidos, Francia, Reino Unido e Italia tomaron las decisiones, que se organizaron en distintos tratados para cada una de las potencias derrotadas:
- El de Versalles (18 de junio de 1919), firmado con Alemania, se elaboró partiendo de la responsabilidad germana en el conflicto. El imperio alemán quedó amputado (Alsacia y Lorena a Francia; Eupen y Malmédy a Bélgica; Schlewig a Dinamarca, Poznania y Dantzig a Polonia y Memel a Lituania) y sus colonias fueron repartidas entre los vencedores. Se le impusieron fuertes indemnizaciones de guerra, se suprimió el servicio militar obligatorio y su ejército fue reducido a 100.000 hombres. Se prohibió de manera explícita su unión con Austria y los aliados pasaron a ocupar la orilla izquierda del Rin mientras Renania fue desmilitarizada. El Sarre quedó separado de Alemania durante quince años, cediéndose a Francia la explotación hullera.
- Por el tratado de Saint Germaín (septiembre de 1919), Austria quedó reducida a un pequeño núcleo central de población alemana en torno a Viena y se convertía en una república.
- Por el de Neuilly (noviembre de 1919), Bulgaria cedía territorios a Yugoslavia y la Tracia occidental a Grecia.
- Por el de Trianon (junio de 1920), Hungría se constituía como república independiente, sin salida al mar, y parte de sus antiguos territorios eran cedidos a Rumanía (Transilvania), Yugoslavia (Eslovenia y Croacia) y Checoslovaquia (Rutenia).
- Finalmente, por el de Sevres (agosto de 1920), el Imperio Turco desaparecía en favor de árabes (países convertidos en mandatos de la SDN) y griegos. Cedía a Grecia Tracia Oriental y las islas del Egeo, a excepción del Dodecaneso (a Italia); a Francia, Siria; a Gran Bretaña, Irak, Palestina, Chipre y Egipto.
Consecuencias de la guerra.
Las consecuencias de la guerra fueron de una enorme importancia para entender el futuro desarrollo de Europa. La quiebra demográfica y económica originada culminó en la crisis de 1929 y la humillación de los países vencidos favoreció el surgimiento de los fascismos. Como resultado de esta situación, al cabo de 20 años estalló la Segunda Guerra Mundial. Podemos analizarlas desde tres supuestos:
a) Demográficos. Las pérdidas de vidas humanas estarían próximas a los diez millones de muertos, y seis millones de inválidos, mutilados y heridos. A estas pérdidas habría que añadir la sobremortalidad causada por la falta de alimento y las pésimas condiciones higiénicas. La guerra produjo unos efectos notorios sobre la futura pirámide de población europea. La elevada mortalidad de los hombres movilizados y en consecuencia la disminución de natalidad dieron lugar a las llamadas generaciones vacías.
b) Político-territoriales. La Paz de París tuvo como consecuencia una profunda remodelación del territorio europeo. Quizá el fenómeno más importante de esta modificación fue la desintegración de los grandes imperios que habían dominado la Europa central durante todo el siglo XIX y la aparición de nuevos estados. En este sentido se afirma que el principio de las nacionalidades fue uno de los grandes vencedores de la Primera Guerra Mundial. En lo político, las dinastías más tradicionales fueron destronadas y la democracia fue ganando terreno sobre las ruinas de regímenes autoritarios: en Alemania y Austria se proclamaron sendas repúblicas (Weimar, en el caso alemán) y sus parlamentos promulgaron constituciones democráticas, que en plena crisis del sistema liberal no tardarían en dejar paso a los fascismos.
c) Económico-sociales. La guerra significó la pérdida definitiva de la hegemonía europea en el terreno económico, en contrapartida los Estados Unidos fueron los grandes beneficiados del conflicto suplantando a Gran Bretaña en su papel de redistribuidor del comercio mundial. En un segundo plano, Japón incrementó notoriamente su producción, gracias al pedido de sus aliados europeos.
Desde un punto de vista social, aumentaron las diferencias de clases entre quienes se habían favorecido de la guerra (banqueros, industriales, comerciantes...) y los asalariados empobrecidos, lo que derivo en conflictos y movimientos obreros de protesta. También, la guerra ofreció a las mujeres un nuevo lugar dentro de la sociedad, incorporándose a la vida laboral y reivindicando su emancipación.
Una duda: En el apartado "Causas", en el tercer factor, pone "Finalmente, otros autores como proponen una pluralidad de causas". Supongo que detrás del "como" va un nombre, ¿cuál es?
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