lunes, 29 de noviembre de 2010

Unidad 2: MAQUINISMO Y REVOLUCIÓN INDUSTRIAL.

La Revolución Industrial constituye el centro de una serie de cambios que tendrán como consecuencia última la modernización de la sociedad occidental; supuso una alteración sustancial de los fundamentos sobre los que reposaba la relación del hombre con la naturaleza y con sus semejantes.

CONCEPTO .

La expresión “Revolución Industrial” fue utilizada por primera vez en la Francia de los primeros años del s. XIX para designar los cambios que había experimentado la industria inglesa desde fines del s. XVIII.
Con el crecimiento de la literatura histórica y económica el tema ha ido revelando la diversidad de sus vertientes y la compleja relación entre las mismas. La Revolución Industrial parece ser un proceso de cambio constante y crecimiento continuo, en el que intervienen técnicas (máquinas), descubrimientos teóricos (ciencia), capitales y transformaciones sociales, acompañado por una renovación de la agricultura, que permite el desplazamiento de excedentes de mano de obra campesina a las ciudades.


LA PRIMERA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL.

FACTORES DESENCADENANTES.

En la génesis de la Revolución Industrial intervienen factores científico-tecnológicos, económicos y demográficos. La importancia en la modificación de dichos factores respecto a situaciones precedentes hace que se hable también de una verdadera revolución en cada uno de ellos.

La revolución científica.
Se gesta desde los siglos XVI y XVII, a través del cambio de mentalidad en el pensamiento que obliga a los investigadores a rebatir el principio de autoridad de los clásicos y aplicar la razón al campo de la ciencia. Aparece entonces el método experimental, que propone la revalorización del trabajo de los artesanos y la necesidad de colaboración entre éstos y los científicos.

La revolución económica.
Centrada esencialmente en una “revolución agraria” a través de dos aspectos: Los cambios en la propiedad y el uso de la tierra y, las innovaciones técnicas y de cultivos:
La generación de excedentes agrarios se tradujo también en la mejora del comercio inglés. El crecimiento económico de la agricultura y el comercio favoreció el aporte financiero para el desarrollo de una industria en crecimiento que exigía cada vez más inversiones.

La revolución demográfica.

La importancia del fenómeno es recogida por autores de la época como MALTHUSy se concreta en el aumento de la población a partir del s. XVIII, favorecido por el cambio en el ritmo de crecimiento de la población europea, hasta entonces con índices de natalidad y mortalidad muy elevados. Dicho ritmo creciente se genera a partir del descenso de la mortalidad y el mantenimiento de las altas tasas de natalidad, debido a: la mejora de la alimentación, los avances en la medicina, el aumento de la higiene.
Consecuencia directa del crecimiento demográfico es el fenómeno de las migraciones, interiores, que suponen el traslado de la población rural a núcleos urbanos, y exteriores, como consecuencia de la presión demográfica en las ciudades de origen, la atracción económica de los nuevos continentes o factores políticos.
El aumento de la población fue de una gran incidencia para el desarrollo de la industria, por una parte generaba mano de obra necesaria para sus expectativas de crecimiento y por otra se convertía en un mercado potencial en constante aumento.


EL EJEMPLO INGLÉS.

Historiadores y economistas coinciden en otorgar un papel esencial a Inglaterra, por ser la cuna de la revolución y por la originalidad de sus circunstancias.
Desde el s. XVI había comenzado en Inglaterra un cierto desarrollo económico basado en el comercio internacional. A este se unen a mediados del s. XVIII una serie de factores que van a posibilitar la génesis de la Revolución Industrial: el aperturismo político, la promulgación de de las Leyes de cercamiento, un aumento demográfico, una mayor actividad mercantil, la mejora de las condiciones del transporte y el desarrollo de la investigación tecnológica que posibilitó la aparición del maquinismo.
Los factores anteriores generaron un ambiente de optimismo y prosperidad, que junto con la aparición de capital para invertir se convirtieron en los elementos esenciales del fenómeno industrial.

Los sectores de producción en la Revolución Industrial inglesa.

El proceso de industrialización inglés se desarrolla de forma continua e interrelacionada entre distintos sectores de producción:

a) El sector textil. Inicia el fenómeno, a partir de la sustitución progresiva de la industria de la lana por la del algodón, que se convierte así en el motor de la industrialización inglesa y la primera sobre la que recaen los aportes del capital agrario y las innovaciones técnicas, que se constatan en las dos fases principales de la manufactura algodonera: el tejido y el hilado.

b) El sector siderurgico. Continúa la revolución iniciada por la industria textil, progresando gracias a las innovaciones técnicas y a los cambios en las materias primas, concretado en la utilización del carbón mineral (hulla) libre de impurezas y del “pudelaje” que permitía la fabricación de un hierro libre de carbono.

c) El sector transportes. La aplicación de la máquina de vapor de James Watt tuvo aquí una importancia determinante. En 1803 Fulton realiza las primeras pruebas del barco de vapor, que tendrá una gran importancia desde el punto de vista de la navegación fluvial y oceánica. Aunque su aportación decisiva resultará de su uso en
el ferrocarril. Stephenson construye su primera locomotora en 1816 y es perfeccionada en el modelo “The Rocket” en 1829. El éxito del ferrocarril fue inmediato, pues permitía transportar gran cantidad de productos a una velocidad mucho mayor que cualquier otro medio de transporte conocido, y sus consecuencias enormes: se convirtió en un campo de inversión de capital, actuó como estímulo para la industria siderúrgica, favorecio los intercambios comerciales y acercó la ciudad al campo.

LA DIFUSIÓN DE LA PRIMERA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL.

Tras la experiencia británica, la industrialización se trasladó al continente durante el siglo XIX, aunque sus niveles de producción estuvieron muy alejados de los británicos. Bélgica se coloca a la cabeza de la industrialización continental en la primera mitad del XIX, favorecida por la intervención del Estado, el apoyo de la banca, la abundancia de materias primas. En Francia el proceso se asocia al II Imperio, el intervencionismo estatal, las industrias textil y siderúrgica y al transporte. En Alemania se desarrolla a partir de la creación del Zollvereinen 1834, como estímulo para el comercio ferroviario y el desarrollo de regiones siderúrgicas como el Ruhr y Silesia.
Muy tardía fue la expansión de la revolución en el arco mediterráneo. En Italia se centra durante la segunda mitad del XIX en la llanura del Po, en torno al progreso agrario y la industria textil.
Además del continente europeo, esta primera fase de la Revolución Industrial se traslada también a EE.UU., donde el ferrocarril se convierte en el factor primordial del desarrollo del país hacia el oeste y en el origen de la nueva organización industrial y del trabajo: el “management”.

LA SEGUNDA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL.

Desde mediados del siglo XVIII se había iniciado en Inglaterra un movimiento de transformación económica conocido como Revolución Industrial. Dicha revolución, caracterizada por las transformaciones agrarias y demográficas, por el desarrollo de la industria textil y siderúrgica, y por la aparición del ferrocarril, había sido hasta 1870 un fenómeno muy localizado en Gran Bretaña y algunos escasos países europeos. Desde entonces, la aparición de nuevas formas de energía y nuevos avances técnicos aplicados a la industria, y la extensión de la economía capitalista provocaron una nueva transformación de la estructura industrial de tal magnitud que se puede hablar de una Segunda Revolución Industrial o de una segunda fase de la revolución industrial, que nos conducirá políticamente hasta la Primera Guerra Mundial y económicamente hasta la Gran Crisis de 1929.
Más que el propio concepto de Revolución Industrial, la historiografía ha discutido sobre la existencia o no de esta segunda fase, dividiéndose entre los partidarios de considerarla un fenómeno independiente de la Primera Revolución Industrial y los que la consideran una evolución de ésta, cuyas características esenciales serían: el aprovechamiento de las mejoras agrarias y del excedente de población, las innovaciones tecnológicas en el campo de la energía, la siderurgia y la industria química, la diversificación de los sectores industriales., la aparición del automóvil y la aviación, el aumento del tamaño de las empresas y la participación de los bancos, el surgimiento de nuevas potencias.

BASES ECONÓMICAS.

a) La modernización agraria.
Tres factores contribuyen a transformar el campo, favoreciendo la explotación de nuevas tierras e incrementando la producción agrícola:
1º. Los cambios en las formas de propiedad, siguiendo el modelo inglés, posibilitaron la aparición de terratenientes dedicados a la explotación de grandes propiedades. En los nuevos países colonizados por los europeos se roturaron enormes cantidades de tierra que favorecieron la producción abaratando los precios.
2º. La fertilización del suelo. Hasta mediados del s. XIX los únicos abonos empleados eran los naturales. El desarrollo de la industria química permitió la ampliación de estos fertilizantes y la aparición de los piensos compuestos para el ganado, que mejoraron considerablemente el rendimiento del sector agropecuario.
3º La mecanización del campo. La aplicación del motor de vapor al campo dio como resultado la aparición de maquinaria especializada desde mediados del siglo XIX, fundamentalmente en EEUU.

b) El desarrollo demográfico.
Las mejoras higiénico-sanitarias aparecidas en la primera fase de la revolución se traducen en un crecimiento demográfico enorme. Europa duplica su población durante el siglo XIX, generando excedentes que contribuyen al aumento de la producción y al de los mercados.

c) Las nuevas fuentes de energía.
La electricidad se convierte en la fuente de energía principal, y aunque su existencia se conocía desde el siglo XVIII, su uso se generaliza durante el último tercio del siglo XIX, a partir de una serie de inventos relativos a su producción, distribución y aplicación en el alumbrado, los transportes o la comunicación (Edison inventa la lámpara incandescente en 1879, que da paso a la instalación del alumbrado a partir de 1881; aparición de los tranvías eléctricos en Glasgow en 1881 y del metro en Londres en 1891; es la base del telégrafo de Graham Bell o la telegrafía sin hilos –radio- de Marconi).
La utilización tradicional del petróleo en la industria naval se extendió ahora al alumbrado doméstico y público, lo que justificó las primeras explotaciones de los yacimientos naturales el subsuelo a partir de 1859, para obtener por medio del refinado sus derivados más característicos: gasolina, queroseno, gasóleo y fuel-oil. A pesar de ello su uso a escala industrial se producirá con la invención del motor de explosión de gasolina y de aceite pesado.

d) Los nuevos metales.
La siderurgia alcanza ahora cotas más elevadas que en la primera revolución industrial debido a la aparición de nuevas técnicas y metales que contribuyen a su transformación:
Las innovaciones en el procedimiento de obtención del acero conllevan la sustitución progresiva del hierro colado. Por ejemplo, el convertidor de Bessemer (1856) permitía aumentar su producción y el horno Martin-Siemens producía acero más económico y homogéneo. El acero se convertía en el metal más importante de la nueva revolución industrial, aplicándose no sólo en el ferrocarril sino también en la construcción (arquitectura del hierro) y en la industria armamentística. Junto al acero destacan también el empleo de nuevos metales: el níquel a través de sus aleaciones con el acero (acero inoxidable) y el cobre (alpaca). Y el aluminio, descubierto en 1845, no pudo obtenerse a escala industrial hasta 1880 con el procedimiento de la electrolisis. Su poco peso y resistencia lo convertirán en el metal del siglo XX.

e) La industria química.
Es la industria más representativa de la Segunda Revolución Industrial, por cuanto supone una especialización de la que carecían las industrias anteriores.
Los productos químicos más importantes en este momento son: la sosa, los colorantes sintéticos, los explosivos, los abonos y los plásticos.

f) La organización de la producción.
La enorme progresión de la industria a partir de 1870, desembocó en un considerable aumento de los mercados y de las necesidades de consumo. Para satisfacerlas surgirá una organización del trabajo: management, cuyos pioneros fueron los empresarios estadounidenses a través de diferentes experiencias:
- El American System, consistente en la producción en masa de elementos estandarizados, piezas fabricadas en serie que podían ser intercambiables y que favorecían enormemente el montaje del producto final.
- El Scientific Management, consistente en programar las tareas de la producción para evitar los procesos ineficaces e inútiles.
- El Taylorismo (W. Taylor) o producción en cadena, que hacía pasar el producto por una serie sucesiva de puntos donde los obreros desarrollaban una única actividad, muy especializada.
Los resultados de todas estas medidas serán una mayor producción, un descenso de los precios y una mayor división del trabajo.

LA EXPANSIÓN DEL CAPITALISMO.

La Primera Revolución Industrial rompe definitivamente con el régimen económico tradicional. Los progresos técnicos, la ruptura de los monopolios estatales y el avance de la industria generan el denominado capitalismo industrial, basado en el librecambismo y en la ley de oferta y demanda. La producción y los mercados son todavía reducidos y los empresarios eran capaces de financiar a escala familiar sus industrias.
A partir de 1870 las innovaciones técnicas perfeccionan y multiplican la maquinaria, con lo que las empresas necesitan grandes cantidades de dinero para su renovación y para seguir siendo competitivas. Nace así el GRAN CAPITALISMO denominado también capitalismo financiero. Las características principales de este sistema económico son la concentración financiera e industrial para asegurar el rendimiento de la producción, de ahí que reciba el nombre también de capitalismo monopolista.

- La concentración financiera. Es una consecuencia del crecimiento industrial que necesita cada vez más capital para financiarlo. En un primer momento los bancos aportan el capital sobre industrias ya establecidas. En la medida en que esas inversiones van siendo mayores, el riesgo es también mayor. En un segundo momento, para asegurar el capital aportado, los bancos adquieren acciones de dichas empresas, produciéndose así la fusión entre el capital financiero e industrial característica del gran capitalismo.
- La concentración empresarial. La competitividad y la confianza de los bancos sólo es posible para las grandes empresas que pueden hacer frente a elevadas inversiones. Por todo ello se tiende a la concentración empresarial, que abarate el proceso de producción y evite la competencia en el mercado. La concentración empresarial de la industria podía hacerse de forma horizontal, mediante la fusión de empresas de la misma actividad productiva; o vertical, por la integración de empresas complementarias en diferentes fases de producción. A finales del XIX aparecen formas de organización empresarial tendentes a limitar la competencia, la baja de precios y los peligros de la superproducción: el cartel, el trust, el holding o el zaibatsu. Todas estas agrupaciones tienden al monopolio, condicionando el mercado y a los propios trabajadores. Como vemos, el gran capitalismo está lejos de la libertad de acción que había proclamado el librecambismo.

LA SEGUNDA REVOLUCIÓN INSDUSTRIAL EN LOS PAÍSES EUROPEOS.

Al comienzo del periodo, Gran Bretaña estaba a la cabeza del proceso de industrialización. A partir de esa fecha pierde la supremacía industrial a favor de EE.UU y de Alemania.
En Alemania la industrialización fue muy tardía, pero muy rápida debido a los adelantos alemanes en la industria química y eléctrica. En Francia el proceso será muy lento debido a la escasez demográfica del país y a su estructura social pequeño-burguesa, y estará definido por la formación del eje París-Lyón-Marsella en torno a la industria de bienes de consumo y de lujo.
Mención especial merecen los países del este y mediterráneos, ejemplificados por Rusia y España. En el primero, la industrialización empieza a fines del XIX, con una dependencia total del Estado, desde la cartera de hacienda que dirige Sergei Witte, y favorecido por capital extranjero y sus inversiones sobre el ferrocarril y las explotaciones de los yacimientos de hierro, cobre y petróleo de los Urales y Siberia. En España, la industrialización es tardía y lenta, y coincide con las inversiones de capital foráneo. La industria española se polariza en torno a dos materias primas: el hierro, que nutre la industria siderúrgica de la zona cantábrica, y el algodón, que abastece a la industria textil catalana.

LA SEGUNDA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL EN EE.UU. Y JAPÓN.

A principios del s. XX la economía de EE.UU. desbanca a Gran Bretaña y se coloca en el primer lugar del mundo, tanto por el total de la producción como por el rendimiento de sus industrias. Los factores que intervienen en la industrialización americana son los siguientes: el aumento de la población, la abundancia de materias primas, la importancia del ferrocarril, el avance tecnológico, la racionalización del trabajo y la concentración de empresas en forma de trusts.
La presencia colonial europea en Asia acabará por difundir la industrialización en Japón al amparo de la revolución Meiji de 1868, que supone la caída del shogunato feudal y la occidentalización del país. Sus características más señaladas son: el intervencionismo estatal y la concentración de empresas en zaibatsus.




CONCLUSIÓN: CONSECUENCIAS DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL.

Las consecuencias de los procesos de industrialización han supuesto –y suponen- la transformación de la economía, la sociedad e incluso la política del mundo contemporáneo:
Desde el punto de vista económico, el sistema de producción artesanal ha sido sustituido por otro industrial, basado en la máquina y con sede en la fábrica. Dicho sistema ha favorecido la intensificación del comercio, el desarrollo de las comunicaciones y una acumulación de capital cuyos resultados más concluyentes son la división histórica entre países desarrollados y subdesarrollados, y la aparición de la sociedad de clases.
Desde el punto de vista social, asistimos al ascenso de una burguesía urbana e industrial que controla los medios de producción, frente a la que nace la clase proletaria que aporta en trabajo y dará lugar al movimiento obrero en la lucha por sus reivindicaciones:
a) 1799. Primeras manifestaciones: el Luddismo, actuaciones contra las máquinas.
b) 1824. Consecución del derecho de asociación para fines asistenciales y económicos. Comienzan a organizarse asociaciones obreras locales por oficios: TRADE UNIONS.
c) 1838. A las reivindicaciones sociales se unen también las políticas: el Cartismo, que plantea el sufragio universal, la supresión de los beneficios parlamentarios y la igualdad en las circunscripciones.
d) 1864, Creación de la AIT, para la defensa internacional de los trabajadores.
Desde el punto de vista político, se produce la aparición del obrerismo, canalizado a través del socialismo y el anarquismo, y una tendencia a la creación de estados nacionales, centrados administrativamente.
Todas estas consecuencias derivan en otra de alcance global: la extensión de los valores occidentales a todo el mundo. Bajo esta premisa, la transformación que suponen las nuevas tecnologías aplicadas a la comunicación y la robótica han sido entendidas por algunos autores, que defienden el carácter continuo del fenómeno, como un tercer estadio del mismo a la espera de su concreción o su desviación hacia unos modelos de sociedad diferentes

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